Humanidades
y Ciencias de la Conducta
De
muros y puentes: estudiantes clandestinos en la época de Trump
About walls and bridges. Clandestine students in the
Trump era
Marco
Aurelio Navarro Leal[1]
RESUMEN
Con el propósito de ganar aproximación a una
valoración reflexiva sobre las medidas que el gobierno federal mexicano
implementó para atender la repatriación de migrantes indocumentados desde los
estados Unidos, en el contexto de las políticas xenofóbicas del presidente
Donald Trump, se pasa revista a los planteamientos teóricos que buscan explicar
el fenómeno migratorio, y se explora la dimensión de éste, especialmente en lo
que se refiere a los menores de edad y a los estudiantes con estancia no
autorizada, para con ello proceder a la valoración de las últimas reformas
hechas a la Ley General de educación y su impacto en el nivel de educación
superior.
Palabras clave: migraciones, migrantes ilegales, dreamers.
ABSTRACT
With the purpose
of gaining an approximation to a reflexive evaluation on the measures that the
Mexican federal government implemented to attend the repatriation of
undocumented migrants from the United States, in the context of the xenophobic
measures of President Donald Trump, a review of theoretical approaches that
seek to explain migration allows to explore its dimensions, especially in
regard to minors and students with unauthorized stay, to proceed with the
assessment of the last reforms made to the General Education Law and its impact on higher education.
Keywords: migrations,
illegal migrants, dreamers.
INTRODUCCIÓN
Las políticas racistas
del presidente Trump contra los mexicanos han amenazado con levantar un muro y
deportar a millones de mexicanos que residen en ese país sin autorización. Para
amortiguar la repatriación de aquellos con nación les que cuenten con escolaridad superior, el
gobierno federal mexicano ha gestionado ante el Congreso de la Unión ciertas
reformas a la Ley General de Educación, de tal forma que se facilite la
integración de estas personas al sistema nacional de educación superior para la
terminación de sus estudios. El propósito de este artículo es el de presentar
un panorama de las migraciones de ida y de retorno, para con ello desembocar en
una valoración reflexiva sobre la propuesta de reforma, al tiempo que alimentar
de información a las universidades, que tienen el deber de participar
activamente en la atención a los estudiantes deportados como las de Guerrero,
Michoacán, Tamaulipas, Oaxaca y Sonora, estados que fueron declarados como
origen por el 50 % de los deportados durante el 2016, de acuerdo al Centro de
Estudios Migratorios de la Secretaría de Gobernación (Centro de Estudios
Migratorios, 2016).
Para cumplir con ese
propósito, en un primer punto se hace una breve revisión de los principales
elementos teóricos que buscan explicar el fenómeno de las migraciones;
bosquejamos, en una segunda sección, el problema que se busca atender con la
reforma mencionada; por lo que en una tercera, se describe brevemente la
reforma aprobada, para finalizar con algunos señalamientos reflexivos.
1.- Elementos teóricos sobre las migraciones Sobre las
migraciones demográficas se han hecho abordajes desde distintas disciplinas
sociales. La sociología del desarrollo, desde las teorías lineales y dualistas,
conciben a las migraciones del campo hacia la ciudad como decisiones racionales
de individuos que, en un entorno de pobreza, deciden trasladarse de las zonas
rurales a las zonas urbanas en busca de oportunidades de trabajo para
subsistir; o en otros términos, también deciden trasladarse de las economías
“tradicionales” hacia las economías “modernas” dadas las asimetrías salariales
(Goldthorpe, 1973). Estas teorías, sin embargo, conciben a la migración como
una decisión racional, o como una motivación personal por parte de los
migrantes. Hay otras miradas sobre el problema de las migraciones que vienen a
complementar el panorama planteado en el párrafo anterior, al analizar desde la
antropología, los procesos de asimilación de los migrantes en las sociedades de
destino (Bolaños Guerra, 2012). Destacan también los relevantes estudios que
mediante los enfoques de “redes sociales” y desde la perspectiva del “capital
social” (Spener, 2007) han aportado al conocimiento sobre el fenómeno
migratorio.
Desde el punto de vista
marxista las migraciones internacionales se analizan de una forma estructural.
De acuerdo a Peña López (2012, pág. 30), en un artículo periodístico titulado
“Emigración forzada”, Marx explica como “los procesos de emigración se derivan
del desarrollo de las fuerzas productivas en los distintos períodos del
desarrollo histórico de la humanidad”, de tal manera que “en las sociedades
precapitalistas las emigraciones forzadas se producen debido a que el
desarrollo mismo de las fuerzas productivas técnicas imposibilita controlar un
territorio mayor para satisfacer las necesidades de una población creciente”,
de tal forma que esta presión por querer sostener una mayor cantidad de
población en el mismo territorio, genera las expulsiones o emigraciones
forzadas. Por otra parte, en las sociedades capitalistas, la situación se
invierte, ya no es la presión de la población sobre las fuerzas productivas
técnicas, sino la presión de estas fuerzas sobre la población, la que genera
las emigraciones.
La explicación de esta
paradoja es lo que Marx desarrolla posteriormente en el texto principal de su
crítica a la economía política, El Capital, al referirse a la ley general de la
acumulación capitalista; según la cual el capitalismo requiere de una
sobrepoblación relativa que funcione como un colchón de reserva que permite
solventar las necesidades de fuerza laboral de un proceso de acumulación.
Para el capitalismo es
indispensable contar con un ejército industrial de reserva (EIR) o
sobrepoblación relativa. En esta perspectiva, la creciente acumulación de
capital produce también una creciente pauperización, de la misma manera en que
el desarrollo industrial ha generado una concentración de población en las
grandes ciudades mediante una emigración forzosa de la población rural. En el
capitalismo la movilidad poblacional se considera como migración de la fuerza de
trabajo determinada por las necesidades de la expansión capitalista (Peña
López, 2012, pág. 32). Las poblaciones emigran hacia donde su fuerza de trabajo
es requerida por el capital.
En esa lógica las
migraciones internacionales tienen varios efectos. Al contar con un ejército
industrial de reserva, los empleadores pueden poner presión hacia abajo en la
negociación de los salarios, así como una presión hacia arriba en las
calificaciones de la fuerza de trabajo. La reserva de trabajadores permite
ofrecer salarios más bajos de los que se pagarían a los trabajadores locales.
El carácter ilegal de su
estancia en otro país pone a los migrantes en una condición de indefensión
laboral subordinada, con la cual, al recibir un salario menor al del valor de
su fuerza de trabajo degrada su calidad de vida, en términos del poder
adquisitivo en sus medios de subsistencia (salud, alimentación, vivienda); así
mismo, subordina la condición familiar al tener que integrar al mismo trabajo a
las mujeres, a los jóvenes y en ocasiones hasta los niños, en vías de una
posible mejoría en sus medios de subsistencia.
Por otra parte, la
incorporación de los migrantes ilegales tiene consecuencias respecto a la
fuerza de trabajo local. Al ser contratados estos desplazan a los obreros
nacionales y reducen sus movimientos o reivindicaciones, con lo cual se “divide
y confronta a los trabajadores entre sí haciendo que estos confundan su lucha
de clases (contra los capitalistas) por una lucha de razas en contra de los
extranjeros (xenofobia) o entre los propios pobres” (Peña López, 2012, pág.
35).
2.- Migrantes Mexicanos en los Estados Unidos La
frontera entre estos dos países es de gran complejidad, es el cruce
internacional de personas y de mercancías más dinámico del mundo (Kilburn, San
Miguel, & Hoon Kuak, 2013). Las transacciones económicas a través del Río
Bravo están estimadas a razón de un millón de dólares por minuto (Excelsior,
2016) y de acuerdo al Censo de los Estados Unidos del 2009, el 94 % de la
población fronteriza de ese país tenía una identidad mexicana.
2.1. Población mexicana con estancia no autorizada en
Estados Unidos
Cuando en la segunda guerra mundial, los jóvenes
norteamericanos se enlistaban para irse al frente, se requerían jóvenes
trabajadores para mantener la planta productiva. Estados Unidos y México
firmaron un convenio que tendría veinte años de duración. Durante el tiempo que
duró el convenio se documentó a más de cuatro millones y medio de trabajadores.
Pero como la burocracia de la Secretaría del Trabajo no se daba abasto para
atender todas las solicitudes, los flujos migratorios indocumentados se
incrementaron ampliamente y una gran cantidad de trabajadores estableció allá
su lugar de residencia, por lo que sus hijos y sus nietos ya fueron nacidos en
ese país y se les reconoce como de primera, segunda y tercera generación.
Para el 2015, la cantidad
de mexicanos viviendo en los Estados Unidos se fue incrementando, de tal forma
que estos contabilizaron 12.2 millones de primera generación; 12.8 millones de segunda
generación y 11.9 millones de tercera generación, haciendo un total de 0936.9
millones de mexicanos en ese país, y varios estudios señalan que alrededor de 6
millones se encuentran con una estancia no autorizada, distribuyéndose
principalmente en Los Ángeles, Houston, Chicago, Dallas, Phoenix y San Diego
(Torres Ramirez, Rodríguez Padrón, & Ramirez Raymundo, Febrero 2017, pág.
5).
2.2. Los niños migrantes
Cuando se trata de poblaciones nómadas, como en el
caso de los migrantes agrícolas el fenómeno migratorio es siempre difícil de
cuantificar, ya que en los Estados Unidos se mantienen en movimiento
territorial, de acuerdo al calendario de los distintos tipos de cosechas. Su
cuantificación es aún más difícil cuando tratan de permanecer ocultos, por su
estancia ilegal; y a esto hay que añadir una característica más, que también
dificulta su cuantificación, la circularidad (Santibañez, 1998).
Es común que los
migrantes viajen con su familia, un estudio realizado en el año 2000 sugería
que en ese entonces había 650 mil niños viajando con sus familias desde un
lugar de México hacia uno de estados Unidos, mayoritariamente a California y
Texas. En ese mismo año asistían a escuelas de nivel básico de California 307
mil niños indocumentados y a las de Texas casi 94 mil. Pero se estimaba que en
los diez estados en los que se realizó el estudio, había 4 millones 872 mil
alumnos con ese estatus (Green, 2003).
Solamente en los primeros nueve meses del
mandato presidencial de Barack Obama, el Instituto Nacional de Migración de
México, reportó una repatriación desde los Estados Unidos, de 21 mil 220
migrantes menores de 17 años. De ese total, 13 mil 110 menores regresaron sin
compañía y el resto con algún familiar (Merlos & Arvizu, 2010) y se calcula
que en los últimos 10 años de la era Obama la cifra de repatriados
indocumentados se aumentó a 230 mil, de los cuales 60 mil fueron menores de
edad (Amado, 2016). Según la BBC Mundo, la cantidad de inmigrantes deportados
(de todas las edades) por el gobierno de Obama entre 2009 y 2016, con base en
órdenes de remoción, fue de 2.5 millones, según datos del Departamento de
Seguridad Nacional, lo cual lo convierte en el presidente de los Estados Unidos
que más personas ha deportado (Lissardy, 2016).
Los padres de los niños
migrantes se crean grandes expectativas sobre la educación de sus hijos.
Seguramente hay talentos con importantes logros escolares, pero distintas
investigaciones han mostrado las condiciones de adversidad que enfrentan estos
niños en las escuelas. “Sus condiciones de pobreza, la inestabilidad en su
lugar de residencia y su pobre dominio de la lengua les generan un estigma de
rechazo y baja autoestima. Este es el equipaje socioeducativo con el que los
niños migrantes llegan a las escuelas (mexicanas)” (Navarro Leal & Saavedra
Rodríguez, 2011, pág. 23).
2.3. Estudiantes clandestinos
Durante los últimos días de enero del 2017, varios
millones de personas salieron a las calles de las principales ciudades de los
Estados Unidos a manifestarse en contra de las políticas anunciadas por Donald
Trump tanto durante su campaña para la presidencia de ese país, como en los
primeros días de su mandato. Sus discursos expresaban una posición racista,
discriminatoria y beligerante contra los mexicanos, como la construcción de un
muro divisorio a lo largo de la frontera entre México y los Estados Unidos, el
regreso forzado de las empresas norteamericanas instaladas en México, así como
la deportación de al menos tres millones de mexicanos que ilegalmente se
encuentran trabajando en ese país. Si bien las tres medidas son criticables aún
dentro de las lógicas del capitalismo, lo que sucede con los hijos de los
migrantes merece una amplia discusión.
En efecto, el nuevo
gobierno de Estados Unidos, mediante una orden ejecutiva, se propuso deportar
masivamente a todos los mexicanos con estancia no autorizada en ese país,
incluyendo estudiantes indocumentados, solo que, precisamente por su residencia
no autorizada, es difícil saber con exactitud cuántos son, aunque se estima que
pudieran alcanzar la cifra de 1.8 millones de personas.
Las primeras
aproximaciones al volumen de posibles deportaciones aún tienen un alto grado de
incertidumbre. Para algunos la cifra de deportaciones de migrantes con un
cierto nivel de escolaridad es equiparable a quienes se registraron en el
programa de acción diferida del presidente Obama: Development, Relief, and
Education for Alien Minors (DREAM) Act, y que suman la cantidad de 937 mil con
una edad entre 15 y 30 años, y que además cuentan con estudios de high school.
(Center, I.P., 2012), mientras que para el programa Acción Diferida para los
Llegados en la Infancia (Deferred Action for Childhood Arrivals, DACA, por sus
siglas en inglés), se trata de 600 mil individuos de los cuales un 60 % son
mexicanos.
El programa DACA fue
anunciado por el presidente Obama en 2012, para permitir que aquellos que sin
autorización ingresaron al país cuando eran niños, pudieran obtener el
beneficio de no ser deportados y además un permiso para trabajar con una
vigencia prorrogable cada dos años. Para solicitar una acción diferida los
requisitos a cubrir son (Center, I.P., 2012):
1) Haber nacido después de 1980 y haber llegado a
Estados Unidos antes de 1998.
2) Tener como mínimo cinco años de residencia en
Estados Unidos y haber estado físicamente el 15 de junio de 2012, sin estatus
legal.
3) Cursar o haber cursado la educación secundaria,
haber obtenido un Certificado General de Desarrollo Educativo (General
Educational Development Certificate), o ser un veterano con licencia honorable
de la Guardia Costera o las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos.
4) No haber sido condenado por un delito grave, delito
menor significativo, o tres o más delitos menores. A cuatro años de existencia
del programa, en 2016, se habían recibido 1 millón 184 mil 274 solicitudes de
mexicanos, de las cuales se aprobó 1 millón 44 mil 967, principalmente de los
estados de California, Texas, Illinois, Nueva York y Florida (Torres Ramirez,
Rodríguez Padrón, & Ramirez Raymundo, Febrero 2017, pág. 8). La
implementación del DACA trajo una cierta tranquilidad, al reducir el estrés por
el miedo a la deportación, al tiempo que pudieron gozar de mejores
oportunidades en aspectos como educación, empleo o acceso al sistema bancario,
lo cual les abrió mayormente el acceso a la educación superior.
No es el caso de quienes
su solicitud no fue aprobada, ni tampoco de los que permanecieron en el
programa DREAM, ellos aún permanecen en una condición clandestina y altamente
vulnerable a las acciones de deportación. Sin embargo, aún para quienes se
vieron favorecidos por el programa de acción diferida, la política xenofóbica
expresada por la posición antiinmigrante del presidente Trump, pone en peligro
la continuidad de este programa y lo que es peor, ahora cuentan con una base de
datos para localizar a los beneficiarios en cualquier momento.
3.- La reforma
Frente a esta amenaza, con fecha 15 de febrero de
2017, el presidente Peña Nieto envió al senado una Iniciativa Preferente para
modificar la Ley General de Educación, así como el Acuerdo 286, con el objeto
de facilitar la incorporación de estudiantes deportados al sistema educativo y
permitiendo a instituciones de educación superior, tanto públicas como
privadas, la acreditación y revalidación de los estudios realizados en el
extranjero, aún y cuando no posean documentación debidamente ¨apostillada¨ ni
presenten una traducción autorizada de sus documentos, como hasta entonces hubo
sido para efectos de reconocimiento de estudios realizados en el extranjero.
Esta iniciativa permite
que las instituciones privadas que cuentan un Registro de Validez Oficial de
Estudios (RVOE), agilicen los trámites de revalidación de estudios ante las
autoridades correspondientes de la Secretaría de Educación Pública; y a las
Universidades públicas, con régimen de autonomía se les refrenda la facultad de
establecer sus propias normas académicas, y por tanto, para definir sus propios
criterios y mecanismos para el reconocimiento y la revalidación de estudios e
incorporar con mayor facilidad a estudiantes provenientes del extranjero. De la
misma manera, esta iniciativa permitirá facilitar los procesos de movilidad
estudiantes entre las mismas instituciones mexicanas del nivel medio superior y
superior.
Como parte de las acciones de implementación de esta
iniciativa, el día 5 de marzo, en las oficinas de la Asociación Nacional de
Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), el Secretario de
Educación Pública inauguró el Programa Universitario Emergente Nacional para la
Terminación de Estudios Superiores (PUENTES, por sus siglas en Español)
confeccionado por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones, para
colaborar con la iniciativa presidencial. Para operar este programa se diseñó
un portal digital en el que los migrantes en retorno pueden introducir los
datos relacionados con sus estudios, para que los representantes autorizados de
las universidades puedan ofrecerle canalizarlos hacia un programa de destino.
Durante el lanzamiento de PUENTES, el Secretario de
Educación, además de felicitar a las 400 instituciones de educación superior
que como muestra de solidaridad, se adhirieron a este programa, mencionó que
también que se contaba con el Instituto Nacional para la Educación de los
Adultos (INEA) para apoyar a los migrantes que tuvieran problemas con el
dominio del español. Así mismo, Nuño Mayer comentó que se desconoce la cantidad
de dreamers que pudieran llegar al
país, “lo que se sabe es que el año pasado fueron repatriados 20 mil jóvenes
con universidad trunca. Así que en un caso extremo, aunque las deportaciones de
ese sector aumenten 500 % aún así las universidades mexicanas tienen la
capacidad para recibirlos” (Regeneración, 2017).
4.- Reflexiones finales
En este documento nos
propusimos elaborar una valoración crítica de la iniciativa preferente que el
presidente Peña Nieto envió al Senado de la República para atender el retorno
de migrantes con estudios de educación superior truncados como efecto de la política
antiinmigrante emprendida por Donald Trump, presidente de los estados Unidos.
Después de un breve
repaso de algunos planteamientos teóricos referidos a las migraciones,
exploramos aspectos relacionados con los migrantes mexicanos en los Estados Unidos,
las deportaciones y repatriaciones de menores, dado lo cual podemos hacer las
siguientes reflexiones.
Por principio, la pauperización de las fuerzas
productivas es la resultante de una exacerbada acumulación de capital, por lo
que las poblaciones afectadas emigran hacia donde existan mayores
requerimientos de fuerza de trabajo para la producción, dando lugar a procesos
migratorios, que en muchos de los casos son circulares, dependiendo del
carácter estacional o episódico de los procesos productivos.
Desde la lógica de la
acumulación del capital, los migrantes mexicanos con estancia no autorizada en
los Estados Unidos se encuentran en una situación de triple vulnerabilidad al
contratar su fuerza de trabajo: a) los migrantes, junto con los desempleados
nacionales, forman parte de una sobrepoblación relativa de trabajadores
(también llamada ejército industrial de reserva), frente a la cual los
empleadores se sitúan en posición de ventaja para poner presión hacia abajo en
los salarios; b) Como trabajadores extranjeros no gozan de la total simpatía de
sus pares nacionales al ocupar vacantes por una menor paga (además de ser
usados como esquiroles por los empleadores); c) el carácter ilegal de su
estancia en ese país, los sitúa en una condición de indefensión laboral total
por la cual, al aceptar un salario menor, degrada su calidad de vida en
términos del poder adquisitivo en sus medios de subsistencia.
Por su parte, las
familias de los migrantes con estancia no autorizada, con el afán de
incrementar el poder adquisitivo en sus medios de subsistencia, se ve también
en la necesidad de contratarse en las condiciones de vulnerabilidad anteriores,
incluyendo muchas veces a los adolescentes y a los niños, por lo que, en esta
circunstancia, se torna compleja su asistencia y su rendimiento en los centros
escolares ni que decir de sus posibilidades de movilidad social ascendente.
Como observa
Suarez-Orozco (2004), la circunstancia existencial de los migrantes es
altamente vulnerable, pero de mayor vulnerabilidad es la circunstancia de sus
niños, para quienes el futuro es totalmente incierto. En muchas ocasiones, con
su familia dividida han dejado atrás sus primeros referentes sociales y
culturales para sufrir con las tensiones causadas por el proceso de integración
hacia una estructura sociocultural diferente.
A lo anterior hay que
añadir las condiciones asociadas a la pobreza, como desnutrición y
hacinamiento, con pocas probabilidades de rendimiento escolar y de desarrollo
de competencias lingüísticas en inglés, pero sobre todo con la constante
amenaza de ser encontrados y atrapados por las autoridades migratorias (Navarro
Leal & Saavedra Rodríguez, 2011).
Esta situación resulta
altamente ventajosa para los empleadores, y se convierte en una condición que
es preferible mantener. Un acuerdo migratorio llevaría a legalizar la estancia
de los trabajadores y les daría a estos algunos derechos válidos para negociar
un mayor valor por la venta de su fuerza de trabajo. Es comprensible que no se
haya podido gestionar un acuerdo migratorio entre ambos países si las
migraciones son un fenómeno deseable en la lógica de la acumulación del
capital; lo que parecería ser paradójico, es la deportación de más de dos
millones de personas, a lo largo de los ocho años del período del presidente
Obama, pero hay que recordar que este heredó de la administración Bush una tasa
de desempleo del 10 %, que solo pudo reducir hasta un 5 % al final de su
mandato, a fuerza de impedir que los empleos generados fueran tomados por los
extranjeros, en medio de cruentos conflictos raciales desatados por todo el
territorio.
Una característica de las
migraciones de mexicanos hacia los Estados Unidos es la circularidad, señalando
con ello una alta recurrencia en los cruces fronterizos, por lo que en las
cifras estadunidenses referidas a las deportaciones, hablan de “eventos” de
deportación y no de personas “deportadas”, porque una misma persona puede ser
deportada en varias ocasiones, para reingresar continuamente. Se ignora cuántos
de los dos millones de deportados en la era Obama volvieron a ingresar a los
Estados Unidos.
El programa DACA es un
programa de control selectivo, que al tiempo que permite una contabilidad de
las nuevas generaciones de migrantes, también condiciona unilateralmente la ratificación
de la acción de su deportación diferida en términos de dos años, manteniendo en
ellos la inseguridad de su residencia y de sus expectativas de futuro. A este
programa se adhirieron los jóvenes que inicialmente se habían enrolado en el
proyecto de ley “Dream Act” (Ley de Fomento para el Progreso, la Asistencia y
la Educación para Menores Extranjeros) después de su fracaso en el Senado en el
2010. A dos meses de su mandato y después de una dura retórica antiinmigrante,
Trump declara que su lucha no es contra los “dreamers”, por lo que podría suceder entonces que las facilidades
previstas para incorporar a esos estudiantes al sistema de educación superior
mexicano no vayan a ser utilizado en la dimensión que se tenía prevista. Sin
embargo, este episodio de la historia de las relaciones entre México y los
Estados Unidos llevó primero a tomar conciencia sobre las dimensiones de la
migración mexicana, las cuales son un reflejo de la expulsión por motivos de
pobreza; segundo, sobre las condiciones de vulnerabilidad de los connacionales
y sus familias; tercero, sobre las dificultades que existen en la educación
superior para la revalidación, reconocimiento e incorporación de estudiantes
provenientes del extranjero.
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